No hay nada mejor que celebrar la Nochebuena con el 'caliu' de la familia, acompañados de una buena comida y un buen vino y quizás un intercambio de regalos..
Nosotros, no obstante, teníamos otros planes y en vez de eso, salimos el miércoles 24 a las 15:30 con el coche cargado a tope hacia Holanda, haciendo Nochebuena en un hotel insulso de la carretera a 800 kilómetros de nuestro piso de Sant Feliu y la misma distancia aprox. de la casa de mis padres en Harderwijk. Pero ya que Cristo tampoco nació en Diciembre, ya no vendría de un par de días...
El día anterior, el martes, quise hacer una tirada tranquila de 15 kilómetros, pero el mal tiempo hizo que me acercara las pistas de atletismo de Sant Feliu, y sin darme cuenta estaba dando 25 vueltas por la pista a un ritmo cada vez más rápido, de 4'10/km a 3'53". Al final un 10K en 40:24 que fue una gran y grata sorpresa. La idea era de aprovechar las últimas 3 semanas y media pre-maratón para aumentar notablemente el volumen, y qué mejor que hacerlo por los maravillosos bosques de Harderwijk sobre los caminos-bici.
Tras un primer error (olvidarme la llave del cofre encima de mi coche -dejé mi juego de llaves en casa- y por tanto tuve que destrozar el cofre para poder sacar mis maletas)
compensé mi falta de cabeza (quien no tiene cabeza, tiene pies) con una tirada larga a temperatura ligeramente bajo cero. Unas sensaciones inmejorables a un ritmo fijo de 4'28" durante 26,20 kilómetros y quedándome con las ganas de haberlo alargado un poco más, si no fuera porque poco después ya nos estaría esperando la familia para abrir (por fin, el día 26) los regalos.
Por la noche una cena tradicional holandés, que es el "Gourmet", parecido al Fondue, pero en este caso todo el mundo prepara sus propios platos con unas paellitas pequeñitas, de esta forma alargándose la velada durante 2÷3 horas tranquilamente.
Todo con un buen vino, si bien los 3 hombres de la casa (quien nos ha visto, y quien nos ve) bebían de las botellas 0,0%. Hace muy pocos años que 'inventaron' el vino SIN en el mercado, y la verdad es que poco a poco está teniendo un gusto más aceptable.
El domingo 28 me levanté nuevamente pronto para hacer unos 20 kilómetros a ritmo vivo (4'20") y sintiéndome nuevamente mejor que nunca. Unos ritmos hace pocos meses impensables y además sin nada de dolor o cansancio posterior. Quería hacer más kilómetros, pero ese día mi hermana había conseguido tickets gratis para el campeonato nacional de patinaje de velocidad sobre hielo (deporte nacional de Holanda: hablamos de 24 (!!) medallas en los Juegos de Sochi el año pasado), y convenía aprovechar este regalo.
El martes 30 tenía el cuerpo bastante peor, sintiéndome muy pesado, cosa que tampoco no tenía ningún secreto tras una semana de comer como un condenado y a todas horas (como todo el mundo, supongo). Volví tras 12 kilómetros a un ritmo más tranquilo, pero tras ver que el ritmo media era de 4'24" tampoco había motivos para quejarme.
Una hora después estaba con los chicos en el Aviodrome de Lelystad para ver una gran exposición de aviones que por supuesto les encantó a los dos.
Y así acabó quizás el mejor año atlético de mi vida, pero....
era imposible vivir demasiado tiempo en una nube tan benévolo.
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