El mismo día que decidí de dejar de beber, me compré este libro que ya tenía en mente comprar tras haberlo visto en las noticias unas semanas atrás. Del cómico Pere Aznar, colaborador habitual de Buenafuente en su programa nocturna Late Motiv. Sinceramente... yo no lo conocía.
A veces cuando compras un coche, entonces ves este coche -que antes apenas veías- por todos los sitios.
Quizás me está pasando lo mismo, porque la semana siguiente "Sense Ficció" de TV3 emitió el programa "No penso tornar a beure mai més" de la Flora Saura i David Carabén (Qualsevol matí pot sortir el sol).
Bien... me ha parecido interesante el libro, y demuestra que realmente no somos tan especiales o únicos como podríamos pensar que somos. La mayoría de sus pensamientos son calcados a los míos, y seguramente a los de millones y millones de otras personas.
Él decidió de dejarlo "definitivamente" tras encontrarse en el tanatorio y ver su amigo muerte tras haber estado (Pere Aznar, no su amigo) 3 días bebiendo, "ayudado" por las 'líneas blancas' que le permitían resetear el cuerpo y seguir bebiendo. (Por suerte nunca había ni tenido idea de este 'poder de los polvos blancos').
Reproduzco varios fragmentos del libro que me parecen interesantes:
Tras decir "Soy Alcohólico"...el estímulo más habitual que recibes de vuelta es una mueca de asombro e incredulidad.. seguido de posibles trazas de repudio basado en la imagen mental que se tiene de la enfermedad como el cartón de vino, hablar solo.. para terminar con un "Pero bueno, seguro que estás un par de meses sin beber y luego te bebes una cervecita y no pasa nada".
Pues, créeme, que me jode más a mí que a ti, pero si tienes un problema de alcoholismo, sí que pasa algo. Lo que para ti es una cervecita y no pasa nada, para mí es, con solo un sorbo, abrir ligeramente una puerta que estaba cerrada y que deja un pensamiento muy peligroso en la cabeza. Pensamiento que, en un día, 2 semanas, un mes o una hora, retumbará con fuerza y susurra un mensaje muy tentador: "Lo ves? No pasa nada. Puedes beber otra con tranquilidad.... Si caes, te has comprado un billete de ida a la mierda.. Lo que hoy es una puerta entreabierta, en una semana será una puerta abierta, y en dos una puerta abierta de par en par, y en un mes será una casa sin puertas. Y entrará todo. Y saldrás tú.
Tras centenares de intentos no puede más que afirmar que esto es exactamente lo que pasa. Siempre.
Hoy mismo, tomando como cada viernes mis cervezas y cava con mi jefe (que considero más un amigo que jefe -ahora tomando yo tan sólo un par o 3 de cervezas tostadas 0,0%), él me ha dicho "pero si tú no tienes un problema de alcoholismo. Siempre vienes puntualmente, trabajas con entrega y seriedad, tan sólo que a veces se te va la cabeza. Tómate media copa de cava sólo y no pasará nada". Todo bien intencionado.
Pere Aznar lo explica así: Lo que yo he vivido todavía es lo que se podría etiquetar como "Alcoholismo funcional". Es el más común de todos, sin duda... Gente a la que nunca han despedido de un curro por ir mamada, pero ha ido mamada. Gente a la que nunca ha detenido la policía por ir desnuda por la calle gritando "El final está cerca", pero en su cabeza "El final estaba cerca"... Un alcohólico funcional es..el más complicado de identificar, porque precisamente su funcionalidad hace que la enfermedad nunca toque techo o fondo... nadie le ha dicho aquello de "Creo que tienes un problema". Sólo si él mismo se da cuenta saldrá de la espiral de la mamela eterna.
Doy fe, y para dar un ejemplo, mi padre siempre tuvo una muy buena bebida. Hasta mi madre se jactó a sus amigas de que mi padre podía beber media botella de whisky sin que se le notara nada. Y era así... Era la persona más amable que conocía, nunca ninguna bronca, siempre divertido... hasta que cumpliera 50 años y de repente se notaba que su cuerpo ya no aguantaba tan bien los abusos. Y 13 años después casi tuvimos que despedirnos de él en el Hospital de Girona tras un fallo cardiaco. No iba a recuperar más de un 15% de su corazón, pero poco después se recuperó hasta casi el 80%. Al salir del Hospital Dr. Trueta, 2 meses después, para volver en avión -con personal médico para controlarlo-, les supliqué que en Holanda le hicieron un tratamiento para que no volviera a beber.
Cuando volví en Navidad 2008 estaba prácticamente recuperado al 100% y había vuelto a su "vida normal". Mi hermano -que es igual que yo, pero sin frenos al no tener pareja ni hijos- y yo solíamos cabrearnos por este hecho... por supuesto con unos cuantos "refrescos" para matar la ansiedad.
Pere Aznar explica muy bien el pensamiento imperante:
Quiero creer que soy buena persona, quiero creer que no es cierto eso de que cuando bebes dices la verdad y sale quién eres realmente. En el fondo, quiero creer eso porque creer lo contrario es lo que me ha hecho seguir bebiendo tanto tiempo. La ecuación es tan simple como jodida y difícil de explicar: beber y ser un trozo de mierda en consecuencia, te lleva seguir bebiendo para no sentirte culpable por beber y ser un trozo de mierda en consecuencia. No lo llaman "Círculo vicioso" porque quede bonito, la llaman así porque es vicioso, cien por cien. Que voy a decir...
Dice Pere que desde el principio tomé la decisión de no esconderme.. "Es que estoy dejando de beber" se convirtió en mi frase preventiva.. incluso en contextos que no eran los adecuados. "Ponme un cuarto y medio de jamón cerrano. Es que estoy dejando de beber". Luego bromea que seguramente era la única persona del mundo que era más "pesado" sereno que ebrio... utilizando como siempre su mejor arma, el humor, para intentar sobrevivir a la situación.
Luego explica su experiencia con las "golosinas albinas"que según él: La magia reside en que te permite hacer un reset casi completo con cada ingesta. Es decir, si tras nueve copas le das permiso a pasar al profesor albino a tu nariz, es como si acabaras de llegar a clase de nuevo recién duchado y con ganas de aprender. No hay nada que te espabile más.. me permitía seguir bebiendo hasta el infinito. No quiero ni saberlo, ni leerlo, y por suerte nunca lo supe.
En la parte final explica sus vivencias sin beber que son muy interesantes, aunque por otro lado muy poco optimistas. Claramente éste no es un libro de autoayuda (para él sí seguramente!).
Explica que: Cada jornada que terminaba y no había sucumbido era un pequeño trofeo que me otorgaba a mí mismo. Un premio que no servía de mucho, pero que hacía ilusión.. Así funciona lo del "día a día" de los potenciales exmiembros de la hermandad del trago eterno. Cada día te das una medallita, pero ¿Qué pasa cuando llevas noventa o cien medallitas? Pues que la medallita ya te suda los huevos lo más grande... Ahí es cuando se complica la cosa. Cuando no beber ya no es una novedad en tu vida, sino que es, simple y llanamente, el resto de tu descafeinada, desalcoholizada y desasosegante puta vida. Ahí, ahí es cuando la cosa se pone cuesta arriba. Ahí ya no valen ni el orgullo ni las medallitas. Todo eso pierde su mágico sentido en el momento en el que es rutina. La rutina también estropea eso. La rutina es la fuerza destructora más letal que conoce el ser humano. No te mata, pero te hunde, ¿verdad?...
Y es en ese instante, si no antes, cuando debes ir a un profesional. Así hice yo al menos.
Va a una psicóloga que le confirmaba que lo más difícil era "el resto de su vida".
Luego explica algo que también debe de sonar a muchos, buscando cualquier situación (covid o lo que sea) para tener ese pequeño extra de motivación. Una motivación que en realidad no me hacía ninguna falta nunca, pero que, si estaba, era más gozoso. Mucha gente cree que el beber es la gasolina del alcohólico, pero es mucho más satisfactorio tener una excusa para ello. Te libera mínimamente de la culpa. Lo más maravilloso que te puede pasar es que, para la pregunta: "¿Qué haces bebiendo a saco un lunes a las 4 de la tarde?" tengas una respuesta que suene medianamente convincente, por lo menos para ti mismo. Muy cierto, aunque.. ¿A quién queremos engañar? Nosotros mismos, claro..
Al final el libro hace un giro cada vez más destructivo (al menos en mi opinión). Se acuerda de los bonitos recuerdos con su hija, y sabe que esta anécdota tan solo existe (bailar con su hija en la lluvia en pleno confinamiento) porque estaba bebido, y fue bonita porque fue la primera sonrisa de su hija en muchos meses. Todavía se lo recuerda su hija y él se sigue preguntando si habría salido a la calle a bailar con mi hija, saltándome las normas, porque ella lo necesitaba, si no hubiera ido con un número indefinido de copas en el cuerpo. Beber me hizo ser peor padre, pero ¿tal vez me hizo ser un padre más divertido?
Supongo que somos muchos los que nos sentimos tremendamente sosos sin algo que nos inhibe a hablar, hacer o reír. Puede ser muy triste, pero es la realidad, una realidad muy real.
El penúltimo capítulo, "Cuando la vida aprieta", tampoco ayuda mucho, cuando nos explica que tuve una recaída cuando llevaba justo 1 año sin beber. Un malentendido con su ex (se separó él de ella, estando 11 meses en dique seco), el trabajo que le dejó tirado, y varias cosas más. Empieza con pensamientos poco recomendables: ¿Por qué si hace un año que no bebo, hace un año que me cuido, que estoy mejor que nunca con mi hija, que por fin he hablado de verdad con mi padre, que mi madre y él han decidido cuidarse inspirados por mis actos, por qué si todo está como debería me sigo sintiendo como el culo y sigo queriendo f..me a Johnnie Walker por la boca?
Total, que sale a caminar, se toma un café en un bar, ve un viejo amigo que no sabía nada de su abstencia y que se pide un cubata, y en una noche recupera todo el año perdido... Esta vez no tenía la fuerza de voluntad, ni las ganas, ni los malos recuerdos frescos para luchar contra ella y rebatirle nada.. Así que, sí, me la disfruté sin culpa, haciendo caso a la bestia. Me la bebí con un placer indescriptible, no te voy a engañar, saboreé cada trago como cada beso de un polvo que echas con una ex a la que nunca has dejado de querer. Todo, absulutamente todo lo que me dijo esa tarde la bestia lo seguí a rajatabla, sin protestar. Era un muñeco sumiso.. Estaba más eufórico que triste, más en paz que angustiado, más pedo que culpable. Era sencillamente feliz. "Con lo feliz que me hace beber, por qué cojones tengo que dejarlo!" es la frase más peligrosa, eficaz y verdadera que te repite la adicción cuando estás a su merced de nuevo. No te dice lo que viene luego, no te habla de lo que pasará cuando vuelva a mandar en tu vida, no te advierte de que esto es alcohol para hoy y sed para mañana.
Tras pasar la vergüenza habla con su padre y éste consigue convencerle de volver a empezar... con el contador a cero. Dice que He aprendido algunas cosas, pero fundamentalmente una: que voy a dejar de utilizar los malos recuerdos de cuando bebía como gasolina contra las ganas y en su lugar utilizaré los buenos momentos de cuando no bebía en este último año. Quiero pensar que eso marcará la diferencia en este nuevo camino....
Veremos que nos trae el futuro!!!