Tras el revés del día anterior, cuando nos cortaron la carretera y nos quedamos sin poder dormir en el hotelito más bonito y más caro del viaje, situado en Vík, en el extremo sur de la isla,
no nos quedó otra que hacer una doble jornada de coche, unas 6 horas largas, y con 9 visitas pendientes.
Por tanto, el miércoles 11 de octubre nos levantamos a las 05:00 de la mañana para salir a las 06:00 en punto hacia el primer destino, todavía de noche.
No se veía gran cosa, pero a todos nos suena este gran volcán (no tanto el nombre), porque fue la erupción que en el año 2010 dejó a medio europa sin poder volar.
El famoso volcán Eyjafjallajökull (Eyja=Islas Fjalla=Montañas Jökull=Glaciar), que según Wikipedia
arrojó unos 250 millones de metros cúbicos de ceniza volcánica a la atmósfera, llegando a una altura de hasta once kilómetros y extendiéndose por un área de miles de kilómetros cuadrados, causando la interrupción del tráfico aéreo en el noroeste de Europa el 15 de abril de 2010, el cierre de aeropuertos y el espacio aéreo sobre la mayor parte del norte y centro de Europa, así como la cancelación de más de 20 000 vuelosUnas fotos y a seguir la ruta
La segunda etapa era la gran cascada de Skógafoss. No tiene una altura exagerada, tan solo 60 metros, pero el caudal es realmente impresionante. Un ruido ensordecedor del agua e imposible de acercarse demasiado. Además, había una subida de 466 peldaños para ver la cascada desde arriba, cosa que también valió la pena. En el corto vídeo se aprecia quizás mejor.
Ya empezaba a hacerse de día y tocaba la tercera parada, la lengua del glaciar Mýrdalsjökull.
Sin piolet ni crampones no podíamos meternos mucho más para dentro, pero aún así la zona glaciar era tan grande que durante 20 minutos nos perdimos la Mònica y yo, cada uno por un lado.
Nos habría gustado quedarnos mucho más tiempo, porque nuevamente las fotos no hacen ninguna justicia a lo bonito que era, pero como ya dije, el tiempo apremiaba y teníamos que seguir con esta etapa reina, sin tiempo ni para parar a comer.
La 4a visita era el Faro de Dýrhólaey, a pocos kilómetros de la 2a ciudad de Islandia (Vík) y con unas vistas espectaculares sobre el glaciar Mýrdalsjökull y la playa y el Océano.
Por suerte. la misma carretera llegaba hasta arriba de todo, con un parquin al lado del faro, y por tanto no perdimos mucho tiempo en esta visita.
A la vuelta vimos una zona con una muy fina capa de agua que nos permitió hacer unas fotos muy artísticas.
Un cuarto de hora más tarde llegamos a Vík (sí, donde deberíamos haber dormido la noche anterior) y es un pueblo de lo más bonito, encajonado entre montañas de color verde... muy similar a la Isla de Skye de Escocia, pero todo mucho más grande. Vík es famoso también por sus playas de arena negra.
Ya eran las 11:30 y aprovechamos que Vík sí tenía un súper para comprar rápidamente unos bocadillo y una botellita de agua.
Y acto seguido un largo y bonito trayecto de una hora en coche hacia el desfiladero de Fradrárgljúfur.
No se hacía nada pesada, porque las vistas por el camino son preciosas, por un lado las montañas de color verde, y por otro lado los interminables campos de lava de Eldhraun... no se acaban nunca.
565 kilómetros cuadrados de lava, solamente lava, del volcán Laki que erupcionó en el año 1783 y que según Wikipedia
comenzó el 8 de junio de 1783 y duró ocho meses, hasta 1784. Esta erupción expulsó unos 14 kilómetros cúbicos de lava basáltica y nubes tóxicas de ácido fluorhídrico y dióxido de azufre que acabaron con 9000 islandeses y más del 50 % del ganado de la isla.
La nube que generó bloqueó los rayos del sol considerablemente. Esto, junto los gases tóxicos y cenizas que cayeron sobre los campos durante 8 meses produjo desastres en las cosechas. Lo anterior devino en una hambruna de alrededor de tres años en todo el mundo, que mató aproximadamente a seis millones de personas. Se ha descrito como «una de las mayores catástrofes medioambientales en la historia europea».
¡¡Inimaginable!!
Lástima que no habían muchos sitios para parar y contemplarlo... además, la prisa nos tenía atados y por desgracia no podíamos estar en todos los sitios a la vez.
Así llegábamos a la 6a visita, Fradrárgljúfur, una lugar no muy concurrido, y de hecho no estaba ni indicado en la carretera. Por suerte GoogleMaps nos llevó sin problemas y tras pagar nuevamente el parquin a través de la aplicación, pudimos estar una hora subiendo el camino por encima del desfiladero. Aquí tampoco faltaban las cascadas, omnipresentes en Islandia.
Con un poco de imaginación se podían ver los elfos saliendo de los recovecos...
La siguiente etapa eran 45 minutos de carretera hacia el glaciar más grande de Islandia y de hecho el más grande de Europa, el Vatnajökull. Nada más aparcar teníamos una vista muy buena hacia el glaciar, detrás de las primeras montañas ennegrecidas. Después tocaban 40 minutos de agradable paseo en subida hacia la cascada de Svartifoss. Una cascada con la característica de tener sus columnas de basalto. De hecho, la gran iglesia de Reikiavik está basado en esta cascada.
A la vuelta nos dimos cuenta de lo plano que es Islanda, fuera de las montañas y volcanes.
Una planicie hacia el gran Océano Atlántico.
Ya eran las 15:30 y cada vez quedaban menos horas de luz. Así que bajamos medio corriendo y directamente al coche para visitar la lengua del glaciar Svinafellsjökull.
Justo al lado está la lengua más grande y famosa de Skaftafellsjökull, pero nos conformamos con el más pequeño, que además tenía el parquin más accesible.
Ya eran las 17h y aun nos quedó la visita más importante, después de otros 45 minutos en coche.
Empezó a escurecerse ya, pero a las 17h45 llegamos a Jökulsárlón, uno de los sitios más bonitos y mágicos que he visto jamás.
Es una zona donde el Glaciar está a punto de unirse con el Atlántico o Mar de Noruega, y en el lago que los separa se forman unos grandes bloques de hielo, icebergs, que van flotando en el lago. Hay una cámara fija que graba vídeos diarios, y es muy curioso de ver cómo los Icebergs van cambiando de sitio durante el día (hay videos de un minuto o 2 donde se ven los movimientos durante un día entero).
Quedaba poca luz, pero el crepúsculo daba un tono más azulado a los bloques de hielo y tenía un encanto especial. Fantástico
Tras una hora de disfrute de esta obra de la naturaleza ya no nos quedaban más fuerzas, y tan solo quedaba la hora de coche hacia Höfn, un pueblo pescador.
Fuimos directamente al primer restaurante que encontramos, en el puerto, y pedimos lo primero que vimos en la carta (como siempre poca variedad).
Eran las 20h...14 horas de excursiones, con tan solo una botellita de agua y un bocata todo el día....
Una Ultra de verdad!
Con gula jalamos este suculento plato de Langosta con Pan, la especialidad de Höfn.
Por fin una comida caliente...
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